Un espectro recorre América Latina, moviéndose entre movimientos sociales y constituciones programáticas. Es el espectro del sumak kawsay, principio de reciprocidad entre seres vivientes, con y en la naturaleza, propio de las culturas indígenas. Traducido en Ecuador como buen vivir, el uso de la locución se refiere a una concepción política del vivir social en relación no solamente a la naturaleza sino más en general al vivir juntos, en común, la vida en plenitud, es decir, como queda definido en la Constitución de Ecuador del 2008:
Sin embargo, kawsay es un verbo y en el mundo anglosajón se prefiere la traducción to live well con respecto a good living, para evitar subjetivar kawsay y mantener la fuerza activa de la forma verbal (de acuerdo, en cualquier caso, con la Constitución Política del Estado de Bolivia de 2009 donde sumak qamaña es traducido como vivir bien). A nivel semántico, además, no es tan sencillo cerrar sumak en una única traducción: puede significar tanto bueno, como bien, como bello. La traducción en sí misma se vuelve entonces espacio abierto, más que una línea entre dos significantes. Y, quizá, este espacio abierto entre sumak kawsay, sumak qamaña, la buona vita, el buen vivir, la bellezza del vivere, la vida en plenitud nos devuelve un territorio político propicio, donde muchas de las palabras que usamos para imaginar una vida social alter-capitalista pueden encontrar un espacio en el cual hablarse y también escucharse: sumak kawsay, convivium, commons, sumak qamaña, commonfare, comune. El sumak kawsay,proponemos desde el proyecto de investigación de Democracias en Revolución en el Instituto de Altos Estudios Nacionale, nos permite habitar este debate sobre cómo hacer el común y como vivir bien y juntas. Y nos permite hacerlo asumiendo la heterogeneidad política como terreno constituyente de una práctica colectiva en la cual los conceptos y las maneras de hacer se compongan sin jerarquías preconcebidas. En este sentido, la función de esta primera contribución es definir los márgenes flexibles de un espacio de debate sobre el sumak kawsay, con la idea de que una serie de sugestiones y problemáticas, que surgen hoy en día en América Latina, pueden ademàs ser útiles para pensar también la acción política en el espacio europeo de la crisis y de que el deseo de vivir bien pueda ayudarnos a descubrir una nueva complejidad de las prácticas y los conceptos para construir un altrove -un otro-lugar-, materialísticamente, feliz. Por esto el blog de la Fundación de los Comunes, y las páginas web de eipcp.net y de EuroNomade, así como la página de Democracias en Revolución serán un espacio polimorfo de debates heterogèneos, que intentaremos volver permeables.
Se trata de hecho de pensar la relación entre deseo e imaginación política no de acuerdo al paradigma de la utopía, sino según la dimensión del altrove – otro lugar que supone un continuo desplazamiento de y desde el determinismo de lo real. Sumak kawsay significa construir a través del propio vivir una otredad del espacio. Un altrove respecto a la manera en que el cotidiano es estructurado. Un altrove como lugar donde habitar desde ya. Un altrove como territorio por producir y no como tierra por descubrir – lo cual demasiadas veces es sinónimo de conquistar. Dicho al mismo tiempo desde Quito y en Europa (¡santas tecnologías!), el sumak kawsay es en primer análisis un altrove con respecto a la Europa de la crisis. La dimensión del sumak kawsay como práctica constituyente en América Latina más allá de lo público y de lo privado es tanto la afirmación de un proyecto anti-neoliberal, inscrita en la complejidad del cuadro macro-regional de los últimos veinte años, como una fuerza crítica con respecto a la tradición moderna y social-democrática del welfare keynesiano euro-atlántico, donde el bien común está siempre sujetado a la racional autoridad del Estado. En este sentido es útil recordar la historicidad reciente de América Latina, que ha llevado a la afirmación de este concepto como principio constitucional tanto en Ecuador como en Bolivia. Aunque tengan sus raíces en las culturas indígenas antes de la Conquista, sumak kawsay y sumak qamaña ha encontrado nueva linfa en el resurgir de los movimientos latinoamericanos a partir de la Marchas del Quinto Centenario de la Conquista, pasando por el levantamiento indígena mexicano del 1994, con las sublevaciones de Quito en el 1999, con las guerras del agua y del gas en Bolivia entre 2000 y 2003, así como con las victorias electorales de las fuerzas democráticas y populares en todo el continente a partir de 1997, y, de nuevo, con los movimientos que siguen configurando el espacio político latinoamericano como espacio abierto, conflictual, vivo y democrático. Ese altrove vivo, abierto y conflictual no mora por tanto en la utopía, sino en la continua tensión inmanente entre lo que es y lo que puede ser, aquí y ahora. Existe un hilo rojo que liga las distintas experiencias y es, creemos, una dimensión continuamente prefigurativa y performativa de la política radical latinoamericana; ya sea en sus términos instituyentes, desde los piqueteros de 2001 a la Copa Confederaciones de Brasil de este verano, pasando por las juntas de buen gobierno zapatistas, las tomas de las fábricas argentinas, o el protagonismo de los barrios populares en la nueva geografía del poder en Venezuela; o en sus términos constituyentes, como en las nuevas cartas constitucionales de Ecuador y Bolivia, o en el Plan Nacional del Buen Vivir para la República de Ecuador (2009-2013), y en las leyes de democratización de la información, así como en las de gestión democrática de los recursos naturales en todo el continente. En otras palabras este hilo rojo es útil para imaginar el futuro porque está siempre en tensión: entre nuevas prácticas (prefigurativas) de la emancipación política – en oposición a la autoridad tecnocrática del desarrollo y al determinismo eurocéntrico del progreso – y una voluntad (performativa) de afirmación programática y pragmática de nuevos principios de organización para la vida social. Esta tensión entre insurrecciones instituyentes y tentativas constituyentes es la base fundamental para que el debate sobre lo qué es el sumak kawsay pueda ser abierto, plural y productivo (no obstante los continuos y múltiples puntos de crisis en estos procesos, como por ejemplo, hace poco aquí en Ecuador, sobre cuestiones tan centrales como la libertad reproductiva – el aborto – y la cuestión extractivista – Yasuni-ITT, así como sobre las maneras para hacer concretos los principios constitucionales). El sumak kawsay de hecho constituye un espacio de discusión donde ningún Poder puede presumir una posición de autoridad que permita decir, de verdad, qué significa vivir bien. Un espacio de debate plural que es crucial para seguir teniendo confianza en – creer – que los laboratorios latinoamericanos estén dando vida a infraestructuras sociales radicalmente democráticas y duraderas, capaces de contribuir a la afirmación de un nuevo modo de organizar la vida, o mejor dicho el vivir, en común. El sumak kawsay, dicho en otras palabras, nos permite definir un altrove conceptual con respecto a la historia del pensamiento político europeo e imaginar la emancipación y los derechos en un espacio abierto y múltiple capaz de escapar a los límites de la historia moderna y antropocéntrica del Viejo Continente en crisis. En este sentido la crítica ecologista así como la post y de/colonial latinoamericana emerge de forma extremadamente declarativa en el debate alrededor del sumak kawsay. Los derechos del sumak kawsay, de hecho, no se basan exclusivamente en la dimensión individual del derecho civil europeo. No sólo. Se generan, precisamente, en la afirmación de que los derechos no son algo propio y exclusivo del “hombre” y de la humanidad, sino que, al contrario, constituyen la posibilidad de un equilibrio entre la vida social humana y el vivir del mundo, más allá de las vidas individuales. Un punto de partida, basado en un híbrido jurídico entre la cultura occidental del derecho y la definición andina de la naturaleza, pachamama, como portadora de derechos, útil para pensar la armonía no como una categoría banalmente naif (y cínicamente neoliberal) que individualiza la relación entre singularidad y naturaleza – y la vida social, por ende, como mero subconjunto de una naturaleza puramente a disposición -, sino como una práctica política y siempre social, que afirma la reciprocidad, la participación y la responsabilidad hacía el común como raíces del buen vivir. Finalmente, este altrove no está fuera del mundo capitalista. Al contrario, discutir y construir el buen vivir en el cotidiano de la crisis europea, así como en el debate complejo y contradictorio de América Latina, significa construir en lo real a possible hold upon the functioning of capitalism. Una posibilidad de morder el capitalismo que señala la incompatibilidad estructural, el antagonismo constituyente, entre sumak kasway, como producción y reproducción de un altrove, y la reproducción ampliada propia del capital. Se trata en primer lugar de comprender que la relación entre vivir y capital es una relación de producción y por ende de explotación. Romper esta relación de explotación y reapropiarse de los mecanismos de reproducción social es siempre, y desde adentro, una relación de insubordinación y conflicto. Aquí es donde nos situamos al empezar este espacio de debate:
Buscando encontrar una solución a la relación entre producción y vida, el sumak kawsay señala un elemento importante, poniendo no sólo la vida, sino el vivir como comportamiento social, más allá del individuo y de la humanidad, en el centro del problema. Se trata, quizá, de repensar (nuestra) vida como expresión singular de un vivir en armonía, de imaginar una manera de vivir juntas y bien, es decir de producir una belleza del vivir juntas. Se trata al fin y al cabo de escapar a la dirección homolingual del capital y entender, como propone Gareth Brown, la importancia crucial de la lucha contra el cercamiento de la imaginación, que intenta encerrar palabras y proyectos dentro de confines identitarios, para garantizar una distancias de seguridad entre todas aquellas palabras que nos permiten imaginar la felicidad. Sumak kawsay, vivir felices. Intentamos traducirlo de esta manera. Y en este sentido nos proponemos en esta sección poblar con voces y palabras, historias y prácticas este territorio conceptual. Para conocer felizmente. Sumak yachay.
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