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02 2007

La “buena nueva” de la precarización

Por una simbología de superhéroes y superheroínas en tiempos de la marea de signos posfordista

Efthimia Panagiotidis

Traducción de Glòria Mèlich Bolet y Gala Pin Ferrando, revisada por Joaquín Barriendos

Spider Mum, Operaistorix, Superflex y Santa Guevara (junto a sus colegas superhéroes precarios y superheroínas precarias) asaltaron tres días antes del 1 de mayo de 2006 el supermercado de delicatessen Frische Paradies (Paraíso Fresco) de Hamburgo y llenaron sus cestas con champán, jamón, piernas de ciervo, el más puro chocolate y otras delicias. Cuando salían de la tienda dejaron a los vendedores y vendedoras un ramo de rosas con el mensaje 5 Sterne to go II, en el que explicaban: “Como trabajadores interconectados en prácticas perpetuas, ángeles teleoperadores, trabajadoras de la limpieza irregulares o ‘trabajadores por un euro’[1] sin formación: sin las capacidades de un superhéroe o una superheroína no es posible sobrevivir en la ciudad de los millonarios”. Y seguía: “Aunque producimos la riqueza de esta ciudad, apenas podemos probarla. Esto no puede quedar así. Desde el desayuno de lujo en el Süllberg hasta la pierna de jabalí y el champán de Frische Paradies: los lugares de la riqueza son tan numerosos como las posibilidades de hacerse con ella”. Los superhéroes y superheroínas distribuyeron las delicatessen entre maestros y padres y madres de una guardería, trabajadores en prácticas de una agencia de publicidad, señoras de la limpieza de la Universidad de Hamburgo y “trabajadores por un euro” a los que su trabajo apenas les da para vivir, sin hablar de permitirse tales lujos.

 “La gente se alegró muchísimo”, respondían los superhéroes precarios y las superheroínas precarias al periodista de la revista Stern, quien pretendía calificar la acción simbólica de “jueguecito adolescente” y que tachaba a los y las activistas de “ladronas y bandidos”[2]. Al hacerlo, el periodista pasó por alto la dimensión simbólica de la acción y redujo su campo de resonancia mediante la infantilización de sus actores y la criminalización de su acto político. Era obvio que el periodista se sentía claramente ajeno a este acto heroico a lo Robin Hood. Lo importante de esta acción, desde mi punto de vista, no se encuentra en el reparto entre los pobres de los artículos de lujo exitosamente robados, apelando a una política de la igualdad social; lo que me impresiona de la acción es el momento en que provoca una sonrisa satisfecha que marca una ruptura en el continuum de la impotencia. Aunque sólo sea por un instante, esa sonrisa deja sin fuerza la mirada victimizante sobre quienes protagonizan la pobreza: los superhéroes precarios y superheroínas precarias se toman el derecho de hacer una demostración de fuerza.

 
Sobre la piratería de los mensajes

El filósofo de la ciencia Michel Serres no suele dejarse impresionar por las concepciones morales de los regímenes de propiedad violentos: apoya, por ejemplo, las estrategias “·parasitarias” de descarga ilegal o de piratería del conocimiento. “Naturalmente, se trata de algo bueno. Tal vez llegue el momento en el que el Tercer Mundo ice la bandera pirata. Y también esto sería bueno. A mis ojos robar ‘saber’ nunca es un delito. Es un buen robo... El pirata del saber es un buen pirata”[3].

En su libro Atlas, publicado en 2005, Serres esboza una respuesta a la pregunta ¿qué hacer? dándole la forma de un drama en tres actos, “sostener”, “calentar” y “transmitir”, que encuentran su representación en una serie de figuras simbólicas. Como portador o trabajador de formas estables está el titán Atlas, quien lleva la tierra a sus espaldas; o el semidiós Heracles, que no se echa atrás ante ningún trabajo. En lo que se diferencian los actos de los dos héroes es en que Atlas sostiene y Hércules transforma. En la revolución industrial, continúa Serres, el cambio en el trabajo consiste en la fluidificación de las cosas a través del calor. Efesto, dios del fuego y de la fragua, y el amigo de la Humanidad, Prometeo, que roba el fuego para llevárselo a los hombres, simbolizan el “calentar”. Siguiendo con la narración, el mensajero de los dioses Hermes simboliza el transporte fugaz e invisible de signos en el complejo universo de la información. Hermes es el protector de los caminos, de los viajeros y de los mercaderes, así como el dios de los ladrones. “Comunicación, interferencia, tránsitos, distribución, intercepción y parasitado... transmisiones y redes... tras el sostén estático de las formas, tras su transformación, primero en frío y luego en caliente, llegó el reino de la información[4]. La obra se asemeja, según Serres, al trabajo de los (arc)ángeles (Angeloi = mensajeros) que se ponen en camino para transmitir mensajes. ¿Pero quién anuncia la buena nueva en tiempos de precariedad? Puesto que, cuando los superhéroes y las superheroínas en algún momento se quitan la máscara, en su cara permanece el soplo de la sonrisa cínica de una heroína o un héroe de la cotidianeidad.

 
Paola corre... y sigue corriendo

En tiempos de cambios sociales no desaparece el anhelo de los mensajeros y las mensajeras de la esperanza. Pueden actuar como remedio ante una cotidianeidad resignada. La pregunta ¿qué hacer para deshacerse de las pesadillas? es hoy más urgente que nunca, ya que, cuando te despiertas por la noche porque las preocupaciones de la propia existencia te arrancan del sueño, es que algo ha dejado de ir bien en tu vida. Ensalzar a los fuertes ha sido siempre una respuesta ante la vulnerabilidad en el mundo de los mitos. ¿Pero con qué tienen que luchar los superhéroes y superheroínas en la marea de signos posfordista?

Paola, tras el EuroMayDay 005[5] en Hamburgo, sigue peleando como empleada autónoma y madre soltera. De riqueza material, ni hablar; tampoco se puede quejar de aburrimiento. Paola representa la otra cara de hacer la misma actividad todos los días a la misma hora. Es creativa y tiene ideas geniales: donde mejor se plasman es en aquellos proyectos en los que se encuentra ahora mismo o en los que está planeando. Está siempre de aquí para allá, cuida sus muchas relaciones sociales y además ha desarrollado al mismo tiempo un talento organizativo sorprendente para poder cumplir con sus diferentes obligaciones: currar, educar al niño, estar implicada políticamente, etcétera. Esto significa también, en lo concreto, buscar ayuda y juntar a las personas adecuadas para las tareas en cuestión. Ya no tiene tiempo para la política, aunque no por ello va a buscar un trabajo asalariado reglado con el fin de poder dedicarse al trabajo (matrimonio) político en el “tiempo libre”. La frase “con esto no me basta” –la cual repite constantemente– hace circular sus deseos, los cuales evidencian su fascinación por lo político. Pero para ello deberían cambiar las formas del trabajo político y adaptarse a un día a día flexible y espontáneo; las razones: está harta de la sensación de no llegar a tiempo a los eventos, actos o charlas porque aún hay que dormir al niño, o está harta de que la mortifique la mala conciencia por el hecho de que siempre falta a las asambleas regulares de preparación y porque teme no poder introducirse bien en el proceso de organización.

 
Deseo situado en lugar de obligación depresiva

Una práctica así cabalga, sin lugar a dudas, a lomos de la ola neoliberal. Justo en este lugar me parece importante interrumpir para detenernos un poco respecto a esta actitud oportunista políticamente incorrecta. En su Gramática de la multitud el filósofo italiano Paolo Virno capta las voces de estas redes de singularidades. Pueden oscilar entre la subordinación y el conflicto, estar atrapadas en la ambivalencia entre la depresión y la inquietud crítica. Para Virno “la situación emotiva de la multitud” se manifiesta hoy con “malos sentimientos: oportunismo, cinismo, desintegración social, inagotables abjuraciones, alegre sumisión”[6]. Sin embargo, el “antídoto” sólo se puede encontrar “en aquello que, por el momento, se da a conocer como veneno”. Ya que Virno parte de la hipótesis de que el conflicto o la protesta de la multitud “echará sus raíces en el mismo modo de ser [...] que, por el momento, se manifiesta con estas modalidades un poco desagradables”[7].

Una política que quiera insertarse en la cotidianeidad de la gente exige tratar esta dimensión con sensibilidad. Pero “¿cómo podemos conseguir”, pregunta Friedrich Balke siguiendo a Spinoza, “producir afecciones activas [...] en lugar de limitarnos a la preocupación de apartar los afectos (tristes) o de mantener los afectos (alegres)?”[8]. A la sospecha de la Escuela de Francfort –la cual anticipa de forma típicamente ideal la melancolía de los neokeynesianos– de que Deleuze es un “teórico acrítico” que ejerce una traición a la “tarea crítica de la filosofía”, responde Balke de forma claramente negativa: el acto afirmativo de tomar la palabra en la filosofía “la liga a un gesto del regalar y del dar. El decir sí del que trata Deleuze no se puede confundir con el sí del asno para el cual ninguna carga es demasiado pesada y que Nietzsche en Zaratustra adereza con sorna y sarcasmo”[9]. El sí deleuziano se manifiesta como una “fuerza selectiva” que también podría suponer decir un no para crear nuevos espacios de libertad. Lo anterior lo desarrolló también Nietzsche en otro apartado, en el que el espíritu se convierte en camello: “¿Qué es lo más pesado para vosotros, héroes? Así pregunta el espíritu de la pesadez, para que yo lo cargue sobre mí y me alegre de mi fortaleza”[10]. Pero soportar el peso de la búsqueda de la verdad le lleva al desierto de la soledad y a la segunda transformación en león: “Crear valores nuevos: eso aún no lo logra el león; pero crearse la libertad para nuevos actos creadores: de eso sí es capaz el poder del león. Crearse libertad y también un sagrado no ante el deber; para eso, hermanos míos, es necesario el león. Tomarse el derecho de nuevos valores: ése es el tomarse más terrible del espíritu de la pesadez. Es verdad, para él ése es un robo y algo propio de un depredador”[11].

El no en la precarización no es, bajo ningún concepto, declararse en huelga del trabajo. Pero ¿cómo pueden las subjetividades fluidas del posfordismo crear espacios de libertad cuando se alimentan de corrientes de distinta intensidad y velocidad? ¿Quizá empezando a producir interferencias a través de la transmisión de informaciones falsas? ¿O buscando una ruptura en la “capacidad de demorarse en el tiempo”, como proponen Tsianos y Papadopoulos?[12]. ¿O acaso persiguiendo el excedente de unas “sociabilidades excesivas” que, según estos autores, “inspire miedo en el partido, el sindicato o la forma micropolítica”? Aun cuando las políticas de la diferencia permanecen atrapadas hasta el momento en el “fracaso de la política de representación”, el problema de la materialización del cuerpo plantea preguntas acerca de los instrumentos de la mirada micropolítica en el intento de seguir los pasos de las dimensiones impercetibles de lo local.

 
Por una política de afecciones en red

Nuevas formas de la política surgen de una expansión del espacio político convencional urbano. A través de las nuevas tecnologías se hacen visibles, según Nigel Thrift, “pequeños espacios e intervalos de tiempo” que desarrollan su capacidad de influencia sobre los afectos. Aparece así la posibilidad de “rastrear esos pequeños espacios corporales, a través de los cuales el cuerpo puede ser primero pensado como un escenario microgeográfico”[13]. De este modo se puede llevar a cabo un seguimiento de movimientos corporales insignificantes. Entre el análisis de los gestos mínimos y la “cartografía del lenguaje corporal” se conforma una “nueva estructura de observación”. Ésta se localiza en los actos performativos “que tienen que ver con la anticipación, la improvisación y la intuición, con todas las cosas que se refieren a la creatividad del cuerpo de instante en instante”[14].

Las afecciones expresan una forma poderosa del “pensar corporal”. El espacio de la corporeización se amplía durante un instante fugitivo: “una frontera prefijada en continuo movimiento [que] marca un espacio temporal eminentemente político”[15]. La gramática de este terreno micropolítico se une según Thrift por medio de tres componentes: el primero apunta, siguiendo a Foucault, a “la atención sobre el arte de sí”. El segundo introduce “una perspectiva ético-política que quiere promover la generosidad con respecto al mundo”. El tercero espera una “mayor concentración en la constitución de nuevas formas de espacio y tiempo” que permita hacer productiva una especie de “libertad emocional”.[16]

El movimiento del EuroMayDay surgió en Hamburgo con la promesa de propagar y articular, mediante el trabajo en red, deseos heterogéneos y conflictos actuales de la precarización a través del planteamiento de cuestiones que proceden de una cotidianeidad secreta e imperceptible. ¿Cómo se puede trazar una práctica continuada y con efectos reales desde un trabajo articulado en redes? Demasiado a menudo acecha el peligro de que la búsqueda de la política en red desemboque en una política con una estructura organizativa clásica confederada. Las confederaciones, sin embargo, representan a grupos sociales; su efectividad se alimenta de los correspondientes posicionamientos institucionales.

Acordémonos de Paola: se trata de prestar atención al momento exacto en que choca con sus límites en su intento de escurrirse entre oportunidades de abstracción variable generalmente intercambiables y, a la vez, mantener un alto grado de indeterminación. ¿Ante qué actividades reacciona con una alergia absoluta? ¿Qué le quema bajo los pies? El desafío del trabajo en red se encuentra en la cuestión de cómo tejer una red rizomática que sea capaz de alimentarse de capacidades comunicativas que sean productivas en divisiones del trabajo organizadas temporalmente y engranadas entre ellas. Paola no entrega su cotidianeidad y su continua presencia; su día a día es ya una estructura específicamente orientada. Pero sí que está dispuesta a dar para la política sus afectos y su “libertad emocional” ganada de esta manera. Y cuando se abre una línea de fuga, ella, la trabajadora del devenir, se toma el tiempo para poner a punto la máquina de guerra que le hace posible una política del éxodo de la precariedad.

 
Agradezco a Macarena Gonzáles Ulloa, Astrid Kusser, Frank John, Norbert Oellerer y Vassilis Tsianos las estimulantes conversaciones y el aliento a este trabajo.



[1] Como Ein-Euro-Jobs se denomina en Alemania a los empleos para personas que se encuentran en el paro durante largo tiempo, de 20 a máximo 30 horas semanales. La iniciativa del gobierno alemán tiene los siguientes objetivos: volver a insertar en un ritmo laboral a las personas que llevan mucho tiempo paradas, conseguir que se realicen trabajos que no se realizarían sin una mano de obra barata y asegurarse de que las personas que cobran el paro no puedan trabajar en negro. Este último objetivo no ha sido explicitado por el gobierno alemán, pero es uno de los que alega la crítica contra esta política laboral [NdT].

[2] Arno Luik, “Protestaktion: 'Wir suchen Orte des Reichtums heim. Aber uns geht es nicht ums Klauen'”, en Stern, 2 de mayo de 2006 (http://www.stern.de/politik/deutschland/:Protestaktion-Uns/563642.html?nv=ct_cb).

[3] Frank Hartmann y Bernhard Rieder, Neue Technologien und parasitäre Strategien: Michel Serres im Gespräch”, publicado online en <http://www.heise.de/tp/r4/artikel/3/3602/1.html, 2001>.

[4] Michel Serres, “¿Qué hacer?”, en Atlas, traducción de A. Martorell, Cátedra, Madrid, 1995, pág. 118.

[5] Efthimia Panagiotidis y Vassilis Tsianos, “Euro Mayday 005 - oder Paola rennt ...”, publicado online en <http://www.20er.at/index.php?nID=x41adc3d0899c26.55092389&artID=1113214166
__ID425a4cd67bef84.74001821>.

[6] Paolo Virno, Gramática de la multitud. Para un análisis de las formas de vida contemporáneas, traducción de Adriana Gómez y Mario Santucho, Traficantes de Sueños, Madrid, 2003, págs. 58 y 59, accesible online en <http://www.traficantes.net/index.php/trafis/editorial/catalogo/coleccion_mapas/gramatica
_de_la_multitud_para_un a_analisis_de_las_formas_de_vida_contemporaneas
>

[7] Ibídem, pág. 63.

[8] Balke Friedrich, Gilles Deleuze, Campus, Frankfurt y Nueva York, 1998, pág. 103.

[9] Ibídem, pág. 94.

[10] Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra, traducción de J. R. Hernández Arias, Valdemar, Madrid, 2000, pág. 83.

[11] Ibídem, pág. 84.

[12] Vassilis Tsianos y Dimitris Papadopoulos, “Precariedad: un viaje salvaje al corazón del capitalismo corporeizado, traducción de Glòria Mèlich, en Brumaria 7: arte, máquinas, trabajo inmaterial. diciembre de 2006 (http://www.brumaria.net), y en transversal: máquinas y subjetivación, noviembre de 2006 (http://eipcp.net/transversal/1106/tsianospapadopoulos/es).

[13] Nigel Thrift, “Intensität des Fühlens: Für eine räumlich Politik des Affekts”, en Helmuth Berking (ed.), Die macht des Lokalen in einer Welt ohne Grenzen, Francfurt y Nueva York, 2006, pág. 232.

[14] Ibídem, pág. 233.

[15] Ibídem, pág. 234.

[16] Ibídem, pág. 241.