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08 2005

Visiones utópicas feministas

Marge Piercy

Transcripción de un vídeo de O. Ressler,
grabado en Cape Cod, EEUU, 24 min., 2003


Mi nombre es Marge Piercy, y soy poeta. Tengo publicados dieciséis libros de poesía, y soy una de las poetas más citadas y con presencia en más antologías en EE. UU. También he escrito quince novelas publicadas. La decimosexta saldrá en noviembre, bajo el título de "El tercer niño". Entre mis novelas más conocidas está "Alistados", sobre la Segunda Guerra Mundial, "Vidas entrelazadas", sobre crecer en Detroit, "La mujer al borde del tiempo", y "Él, ella, y ello", que son algunas de mis novelas especulativas, que supongo que es lo que estamos tratando hoy.

Isaac Asimov dice que toda ciencia-ficción, o toda ficción especulativa, responde o trata cuestiones del tipo de "¿y si...?", "si hubiera...", y "como esto siga así...". Básicamente, la mayor parte de "La mujer al borde del tiempo" es un libro del tipo "si hubiera...". El género de novela utópica, al que "La mujer al borde del tiempo" en gran medida pertenece, es un género antiguo, que se remonta a la "República" de Platón. La mayoría de las novelas utópicas han sido escritas por hombres, y a menudo describen sociedades muy racionales, en las que todo se plantea y planifica en grado extremo, a menudo de una manera muy jerarquizada, normalmente con el grupo social al que pertenece el autor en la cumbre de la pirámide, al margen de dónde esté situado en realidad este grupo social, y todos los demás están bien ordenados por debajo de ellos. Las mujeres llevan escribiendo novelas utópicas cien, quizá ciento-diez años. Exceptuando quizás la "Herland" de Charlotte Perkins Gilmans, que era un poco jerárquica, pero no como las que he mencionado antes, y no contiene nada de sexo. La mayoría de las novela utópicas escritas por mujeres son muy diferentes. Tienden hacia sociedades mucho más caóticas y anárquicas. Se suelen preocupar mucho con que el trabajo diario en estas sociedades debería aportar tanto prestigio como las ocupaciones prestigiosas de la actualidad. En otras palabras, que el ayudar a educar niños, a curar a los enfermos, ayudar en el parto, ayudar a morir en paz, ayudar a socializar a las personas, ayudar a la gente a negociar, debería ser tan prestigioso como lo es en nuestra sociedad el quitarle el dinero a la gente, o el manipular el mercado de valores, o todas estas otras cosas que nuestra sociedad parece premiar tanto. El apoderarse de empresas y arruinarlas, esta clase de cosas. Básicamente, las utopías de las mujeres se preocupan mucho con superar la soledad, porque, ¿qué es la utopía? La utopía es aquello que no tienes. Son las fantasías sobre lo que nos falta y lo que le falta a la sociedad. Así que, si creas una utopía en la que todo el mundo se preocupa por criar a sus hijos, todo el mundo comparte el peso de la vida diaria, todo el mundo se preocupa por hacer el trabajo necesario y casi invisible de la sociedad, entonces, ¿sabes?, probablemente haya sido creado por alguien que vive en una sociedad en la que las mujeres están encerradas a solas en pequeñas casas y pisos con sus niños, volviéndose locas en silencio, sintiendo cómo todo el peso cae sobre ellas. Hagan lo que hagan, está mal. Hagan lo que hagan, dentro de quince años algún concejal les dirá que es culpa suya. En la mayoría de las utopías feministas como "La mujer al borde del tiempo" el sexo también es mucho más relajado, no es nunca un producto de la coacción, se suele tratar de una sociedad en la que la gente no vive en pareja como vivimos hoy en día. La monogamia en serie no existe, creo, en ninguna de las utopías creadas por mujeres, la gente suele vivir en grupos de afinidad más grandes, en los que pueden resolver su soledad y su falta de comunión, de comunicación y de comunidad que sufren tantas mujeres. El sexo existe como tema, y algunas utopías lo describen como algo romántico, mientras que otras lo presentan como algo mucho más promiscuo, más fácil, pero casi siempre sobrepasa los límites de lo que nuestra sociedad considera una actividad heterosexual apropiada. Estas utopías también se preocupan mucho de la seguridad en el día a día. En una de las novelas de Joanna Russ, "El hombre femenino", dice que en la sociedad del futuro que ella imagina una mujer caminaría desnuda por la línea del ecuador llevando una gran esmeralda, y nadie la molestaría ni mostraría interés alguno por ella.

Habitualmente, nos encontramos con sociedades bastante desclasadas. Los problemas de la opulencia han sido resueltos. Nadie parece interesado en forrarse, pero tampoco hay pobreza. Las cosas están bien repartidas. Esto es característico de todas las utopías creadas por mujeres. En los setenta hubo una gran oleada de utopías feministas. En los últimos años, con las mujeres bajo tanto ataque y esforzándose por mantener los avances que hemos conseguido, no ha habido suficiente energía para crear utopías. Ahora bien, cuando me enfrenté a "Él, ella y ello", no se trataba una novela de tipo "si hubiera", no es una novela utópica, es más del tipo de "como esto siga así...". Es una novela en la que muchas de las cosas que ocurren hoy en día han llegado a un estado de podredumbre, en la que la capa de ozono ha desaparecido, así que no puedes salir a la calle sin protección, en la que las zonas agrícolas del mundo han sido inundadas por los océanos o se han convertido en desiertos, en la que ha habido desastres terribles. En la novela, las grandes corporaciones internacionales son la principal forma de control y gobierno. Las elecciones políticas son como un deporte o un juego de azar, todas las decisiones importantes son tomadas por las corporaciones multinacionales. Realmente, ya no quedan naciones-estado. Están las grandes corporaciones, en las que los altos ejecutivos, el management y los equipos técnicos viven bajo cúpulas y entorno protegidos, y la mayoría de la población vive en lo que llaman "el glop", la megalópolis, que en Estados Unidos abarca desde Boston hasta lo que es hoy en día Atlanta. Está densamente poblada, extremadamente contaminada, y sobrevive a base de basura reciclada. Hay algunas ciudades libres en los márgenes de las corporaciones, y parte de "Él, ella, y ello" transcurre en una de estas ciudades libres, llamada Tikva.

Tikva es una ciudad anárquica, es un oasis verde en mitad de un desierto artificial. Como la mayoría de los lugares imaginados por mujeres, es muy animada, todo se discute y argumenta, todo en la forma de tomar las decisiones es abierto. Hay muchas plantas. El hogar en la que mi personaje Shira ha crecido es una familia matriarcal. Fue educada por su abuela. Cree que su madre es una especie de burócrata frustrada de mediana edad, y a lo largo de la novela descubre que su madre realmente había sido una pirata informática y que ahora es una mujer dedicada a robar información de las grandes corporaciones multinacionales y soltarla en "el glop". Coge información y la libera y la hace disponible, una propuesta muy peligrosa, por la que la pueden matar en cualquier momento.

En "La mujer al borde del tiempo", mi viajero en el tiempo no es un hombre blanco. Es una mujer chicana que ha tenido una vida muy dura, pero que es lo que se dice una "perseguidora", una mujer con una mente inusualmente abierta y receptiva. Y es una persona que visita el futuro, muchas veces como una escapatoria de un presente agonizante. La primera vez que Connie viaja al futuro se queda muy decepcionada. Su imagen del futuro es muy mecanizada, y cuando llega a un lugar en el futuro, que es en realidad la ciudad de Massachusetts, es un pueblo. A primera vista, le parece realmente primitivo, los habitantes son todos campesinos, cabras y gallinas que corren de un lado para otro, etc. A medida que va conociendo más el lugar, se da cuenta de que la mayor parte del trabajo repetitivo está mecanizado. La industria está mecanizada, pero no la agricultura. La agricultura y la vida social no están mecanizadas en absoluto. No soy una escritora a la que le dé miedo la tecnología en sí, la tecnología no me asusta en absoluto. No me imagino viviendo sin tecnología.

"La mujer al borde del tiempo" fue un intento de concretar muchas de las ideas que más me gustaban de los movimientos sociales de entonces: el movimiento feminista, la nueva izquierda, el movimiento nativo-americano, etc. Se trataba de dar vida y realidad a esas ideas, de darles brillo. "La mujer al borde del tiempo" tiene una estructura en la que todas las personas enmarcadas en el presente de la novela, tienen personajes correspondientes en el futuro. Los personajes correspondientes son distintos de ellos, porque intenté imaginar cómo serían unas personas que no hayan crecido en una sociedad sexista, racista, competitiva e imperialista. ¿En qué se diferenciarían estos personajes? Así que éste es, de alguna manera, el juego de reflejo de personajes del presente en el futuro de la novela.

Básicamente, los personajes en "La mujer al borde del tiempo" eligen su oficio. Hay muchas labores necesarias que todo el mundo comparte. Casi todo el mundo toma parte en la educación de los niños como una de sus tres co-madres, pero esto no es obligatorio. El trabajo sucio sí es obligatorio. Todo el mundo tiene que realizar algún tipo de labor física, todo el mundo tiene que trabajar en aquello que sostiene la sociedad, todo el mundo participa en el gobierno por sorteo. En general, siempre he pensado que elegir por sorteo no es una manera tan mala de hacer las cosas, pero nunca he conseguido convencer a otras personas de ello. Cuando formé parte de un par de jurados para la adjudicación de becas para producción artística, dije que la manera más justa de eliminar nuestros propios prejuicios era leerlo todo, eliminar la mitad menos interesante de las propuestas, y luego decidirlo por sorteo. Así no serían las mismas personas las que reciban las becas sólo porque parezca la decisión menos arriesgada. En general, el Gobierno está a la venta, si tienes suficiente dinero, puedes comprarte un cargo político o un escaño en el Senado, o lo que sea. Simplemente sobrecargas los medios. Allí, el gobierno es elegido por sorteo, y todo el mundo desempeña esta labor durante un año, cuando se les llama. Hay muchas cosas que la gente elige hacer, y otras se eligen por sorteo. Los distintos papeles sociales se turnan, algunos son elegidos por las personas, otras por gente que debe contribuir, y otros son repartidos por sorteo. La justicia es muy importante para mí, y me pareció una manera justa de gobernar un lugar.

Unos años antes de escribir "La mujer al borde del tiempo", me chocó mucho un libro sobre los indios Pony, titulado "El último mundo", escrito por un antropólogo, que entrevistó a todos los supervivientes de la tribu después de su desarraigo. Y una de las cosas que aprendí de ese libro fue que mientras los Pony eran lo que llamaríamos primitivos tecnológicamente, socialmente eran mucho más sofisticados que nosotros. Tenían formas de resolver los problemas sociales que eran mucho más sofisticados. Por ejemplo, digamos que una se siente sola y olvidada, como le pasa a menudo a la gente. Bueno, pues deberías tener un sueño, sería hora de que hicieras una ceremonia particular, y dirías, "Me toca hacer esta ceremonia, la he soñado, debe ser así." Entonces, durante tres días, deberías ser la persona más importante del poblado. De manera similar, las mujeres que trabajaban en el campo, al volver de sembrar los campos, estaban cubiertas de suciedad, sentían frío, era primavera, y el trabajo era duro - todos los hombres mayores del poblado debían subirse a los tejados de las casas y cantar para ellas, y darles la bienvenida. De manera similar, si alguien me robara algo, entonces yo debería darle otro objeto como regalo, ya que uno sólo roba si siente que no posee suficientes cosas, y así esta persona llegaría a sentirse saciada. Así que eran muy sofisticados a nivel social, su objetivo permanente era re-socializar a las personas, ser buenos unos con otros. Y me chocó como una sociedad extremadamente sofisticada en este sentido, me impresionó mucho y pensé mucho en esto antes de escribir "La mujer al borde del tiempo".

En ambas novelas hay mucho énfasis en la educación de los niños, en que los niños crezcan y se eduquen juntos por la comunidad, compartiendo la responsabilidad por los niños. Creo que esto es bastante común en las novelas utópicas escritas por mujeres, incluso las que son como "Él, ella y ello", que no es en absoluto utópica pero incluye una bastante agradable sub-sociedad. En general, creo a los niños se les da mucha libertad, libertad para aprender, libertad para experimentar cosas. Veo la diferencia entre mi propia infancia, en la que podía ir a mi aire, y la situación actual, en la que los niños son arrastrados de una actividad a otra, habitualmente por sus madre, a veces por sus padres. Los niños van de jugar al fútbol a clases de idiomas, a tutorías, y del coro a Dios sabe dónde, y así hasta el infinito. Yo vivo en un pueblo, y aun así aquí los niños tienen mucha mayor libertad que la que tienen en los suburbios, donde parece que no tienen ninguna. No creo que fuera malo para mi poder ir a mi aire cuando era pequeña. Por supuesto que me metía en líos, pero también aprendí a salir de ellos. La vida que lleva mayoría de los niños hoy en día es muy circunscrita e imaginaria. Sus imaginación están programadas por los medios, tienen muy poco espacio para explorar, excepto en la Red, que es la razón por la que navegan tanto por Internet. Éste es el único lugar donde parece que tienen algo de autonomía y la capacidad de explorar. Pero en ambos libros me he preocupado de la educación y socialización de los niños. En "Él, ella y ello" es sobre todo la comunidad la que más trata este tema, no la tan jerarquizada educación que tiene lugar en las corporaciones multinacionales. En "La mujer al borde del tiempo" se habla más del proceso educativo. Los niños pasan muy poco tiempo en la enseñanza formal o haciendo exámenes. Pasan mucho tiempo con los mayores. En "La mujer al borde del tiempo" todos los niños tienen tres madres, que pueden ser de cualquier sexo. Las tres tienen la misma responsabilidad sobre ellos hasta que lleguen a la edad de doce o trece años, cuando deciden que están preparados para ser adolescentes. Y, cuando lo hacen, pasan por un proceso iniciático, y a sus co-madres no se les permite ni hablarles durante tres meses. En cambio, tienen a otros mayores que respondan a sus preguntas, que les den consejo, pero que no tienen la misma autoridad sobre ellos ni el mismo nivel de intimidad que tenían sus co-madres. Es un proceso de liberación que intenta cortocircuitar la agonía de la adolescencia que experimentamos en esta sociedad en la que todos los niños odian a sus padres y en un momento dado quieren asesinar a sus padres de pura frustración y rabia.

La razón por la que mucha gente escribe ficción especulativa es en parte porque si no puedes imaginar las cosas de otra manera, todo lo que puedes exigir es más de lo mismo, más McDonald's, más todo-terrenos, más carreteras, más centros comerciales - esto es todo lo que puedes exigir porque es todo lo que puedes imaginar, más de lo mismo, más grande, más -. Parte de la razón por la que la gente escribe ficción especulativa es para sugerir que puede haber alternativas. La imaginación es una herramienta de liberación muy poderosa. Si no puedes imaginar otra cosa, no puedes trabajar para alcanzarla.

Traducción: MediaLabMadrid, Centro Cultural Conde Duque, Madrid